Caifanes hizo vibrar a sus seguidores de Mérida en un memorable concierto en el que las emociones y los recuerdos estuvieron a flor de piel y emergieron al ritmo de las guitarras eléctricas y la batería mientras se cantaba al amor, la esperanza y la vida con todos sus vaivenes.

El concierto se realizó anoche en la Plaza Grande y marcó el cierre del Mérida Fest. Más de cinco mil personas colmaron las calles 63 y 60, en cuyo cruzamiento se instaló el escenario, y otros cientos más se apostaron frente a la tarima.

Fue una noche al más puro estilo del rock en español de la mano de una banda legendaria que marcó, y siguen marcando, una época.

A las 8:30 el grupo salió al escenario y empezó el concierto con clásicos de su discografía, como “Serán los dioses ocultos”, “Para que no digas que no pienso en ti”, “Miedo” y “Nubes”.

La banda reunió a varias generaciones, pues lo mismo se pudo ver a cuarentones vistiendo camisas negras con alguna imagen del grupo que adolescentes a los que Caifanes ha conquistado con su música y estilo.

El mar de gente agitaba la cabeza arriba y abajo al ritmo de la música cual muñeco de recuerdo ante la imposibilidad de bailar a sus anchas debido a la aglomeración de asistentes.

Saúl Hernández, líder de la agrupación, saludó a la concurrencia diciendo: “Gracias, raza; el aplauso es para ti, no para nosotros”. Elogió a esta capital y dijo que una ciudad que se ama, se protege y se quiere como Mérida vive en paz, por lo que invitó a cuidarla y mantenerla así.

A lo largo de la presentación el vocalista habló del país y los difíciles momentos que se viven, y expresó su deseo de que algún día los mexicanos tengan un buen presidente, “no los traidores y hampones” que ha habido hasta ahora, lo que motivó un grito de “¡fuera Peña!”.

En varios momentos, animado por Saúl, el público hizo sonar las palmas al ritmo de la música.

“Cuéntame tu vida”, “Piedras”, “Mátenme porque me muero”, “Ayer me dijo un ave” y “Voy detrás de ti” prendieron el ambiente junto con “Aviéntame” y “Aquí no es así”, para llegar al éxtasis con “La célula que explota”. La banda se despidió, pero un coro multitudinario cantó para ellos el estribillo de “No dejes que”, ante lo cual Caifanes regresó al escenario para obsequiar como encore esta emblemática canción, “Tiempo” y “La negra Tomasa”.

No importó que Saúl terminará afónico, pues los seguidores de la banda sólo tuvieron para ella aplausos y buenas vibras.

Así, a las 10:15, bajó el telón del Mérida Fest con un concierto en el que el rock demostró que sí es cultura y en el que nadie extrañó a las autoridades municipales, que brillaron por su ausencia