El gran fracaso de la pandemia en Puebla son las direcciones de Protección Civil.
En plena tercera ola podemos apreciar restaurantes y bares del centro de la ciudad y de la zona de Angelópolis que no respetan el límite de afluencia permitido.
A pesar de ser tan evidente la violación a los decretos emitidos por el gobernador Miguel Barbosa, los negocios de los giros mencionados no han sido clausurados.
La razón es simple: los moches y dádivas que a diario pasan a recolectar los supervisores de las oficinas de Protección Civil para llevarlos a sus jefes y éstos a los ediles de la zona metropolitana.
Desde el inicio de la pandemia, varios fueron los negocios de diversos giros cuyos dueños tuvieron que corromper a los empleados de esas dependencias que no veían su suerte porque viven de la extorsión.
Hoy el tema de salud pública se ha agravado y también la ambición de los empleados de varios municipios, entre ellos Puebla, San Andrés Cholula, San Pedro Cholula, Cuautlancingo, Coronango y Ocoyucan entre otros.
La crisis de salud resultó un verdadero negocio para los corruptos funcionarios amparados con sus cargos y credenciales.
Nadie salva a la sociedad, nadie respeta los decretos y todo es tierra de nadie en un paraíso de corrupción donde empresarios y autoridades están de acuerdo.
¿Pruebas?. Tengan tantita madre y vayan a los restaurantes de la zona de Angelópolis y del centro de la ciudad.