En el 2018, Andrés Manuel López Obrador buscó a los mejores perfiles y liderazgos políticos que le sumaron votos.

Las gubernaturas y senadurías fueron indispensables para su proyecto.

Las posiciones plurinominales fueron para pagar cuotas políticas.

A su escritorio llegaron cada uno de los reportes en donde se dio cuenta de la fortaleza de sus aliados.

Destaca uno de esos reportes que llevaba el nombre de Alejandro Armenta, quien habría obtenido 1 millón 500 mil votos en la votación para el Senado de la República en Puebla.

Ni siquiera la difunta ex gobernadora Martha Érika lo superó con el millón 150 mil votos con los que robó la gubernatura de Puebla.

A partir de ahí, todos los poblanos sabían que Armenta sería el próximo gobernador de Puebla, pues se convirtió en el poblano más votado de la entidad.

También ganó el respeto y admiración de la clase política nacional.

Por una negociación con la entonces líder de Morena, Yeidckol Polevnsky, Armenta no participó en la elección del 2019 y acordó esperar hasta el 2024.

Y es justo en este momento en que López Obrador presume a sus aliados, porque nadie mejor que él, sabe que los mandará a ganar en el 2024.

Y NADIE más se compara a Armenta, cuyo capital político lo ha acrecentado con 32 años de trayectoria, siempre ganando elecciones y nunca participando por la vía plurinominal.

Armenta representa la mayor fuerza política porque la gente lo apoya, porque el pueblo lo quiere y porque tiene estructuras y células políticas y empresariales en inspectorías, comunidades, rancherías, juntas auxiliares y los 217 municipios.

Así deben ser aquellos aliados de AMLO, porque lamentablemente para ellos él no estará en la boleta electoral.