Viernes, 28 Noviembre 2025 09:59

La "Ideología" Ha Muerto: Por Qué el Concepto Marxista de Falsa Conciencia Ya No Sirve para Explicar el Poder

Escrito por Melchisedech D. Angulo Torres/ Politólogo

​La tesis sobre la crítica al concepto de ideología propuesta por Gilles Deleuze y Félix Guattari ha revitalizado el panorama del pensamiento político contemporáneo, ofreciendo una alternativa radical a las nociones clásicas de "falsa conciencia" o "superestructura" heredadas del marxismo ortodoxo. En lugar de ver el poder y la dominación como meros espejismos o velos mentales que ocultan una realidad económica subyacente, estos posestructuralistas sostienen que los sistemas sociales se fundan en algo mucho más profundo, más productivo e inmanente a la vida misma: el deseo.

​La obra fundamental, El Anti-Edipo (1972), marca el inicio de esta ruptura epistemológica al postular la teoría de las "máquinas deseantes". Para Deleuze y Guattari, el deseo no es una carencia (como lo concibe el psicoanálisis), sino una fuerza de producción que constantemente conecta y desconecta flujos. El capitalismo, en esta óptica, no subsiste por engaño ideológico, sino porque codifica y canaliza la energía deseante de las personas, siendo esta producción del deseo la verdadera base de la sociedad. Esta visión invierte el modelo tradicional: el deseo produce la realidad social, y no a la inversa.

​Este enfoque alcanza su máxima expresión en Mil Mesetas (1980), donde se desarrolla la noción de "agenciamientos colectivos". Un agenciamiento es una máquina social que ensambla elementos heterogéneos (personas, discursos, territorios, tecnologías) y se define por sus flujos, no por su significado. Conceptos como "máquina abstracta" y "régimen de signos" reemplazan la vieja figura de la ideología. De esta forma, lo que antes se llamaba ideología (la forma en que pensamos el mundo) es, en realidad, un efecto superficial de un poder inmanente que opera directamente sobre los cuerpos y las relaciones, sin necesidad de un engaño mental.

​La relevancia de esta perspectiva se clarifica al contrastarla con el marco teórico dominante criticado, como la influyente tesis de la interpelación de Louis Althusser, que postulaba que la ideología "llama" o "constituye" a los individuos como sujetos. Deleuze y Guattari rechazan la idea de que los sujetos estén simplemente interpelados o engañados. Por el contrario, la obediencia y la participación en el sistema se explican por el hecho de que el sistema se vuelve deseable, es decir, porque produce subjetividad y satisfacciones concretas, incluso aquellas que resultan autodestructivas. El poder no es solo represivo, sino fundamentalmente productivo.

​Las lecturas complementarias de Michel Foucault en Historia de la sexualidad, Vol. 1 refuerzan esta tesis. La teoría del "bio-poder" de Foucault, que describe un poder que gestiona la vida y los cuerpos, es un antecedente directo de la visión inmanente del poder que manejan Deleuze y Guattari. Ambos filósofos convergen en la idea de que el poder es una red de fuerzas dispersas y productivas que circulan en todos los niveles del tejido social, haciendo obsoleta la metáfora de la ideología como una herramienta de la clase dominante impuesta desde una superestructura.

@_Melchisedech

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