LaVerdadNoticias

La ciudad de Nueva York se vio sacudida este lunes por un acto de violencia que entrelaza la seguridad urbana, la salud mental y el debate nacional sobre las consecuencias del deporte profesional. Un hombre armado irrumpió en el rascacielos ubicado en 345 Park Avenue, en el corazón de Midtown Manhattan, asesinando a cinco personas, entre ellas un oficial del Departamento de Policía de Nueva York (NYPD), antes de suicidarse en el lugar.

El atacante fue identificado como Shane Tamura, de 27 años y residente de Las Vegas, quien tenía un historial documentado de problemas de salud mental. La investigación dio un giro dramático al descubrirse que Tamura era un exjugador de futbol americano a nivel de preparatoria en Los Ángeles y que su ataque estaba directamente motivado por un profundo rencor hacia la Liga Nacional de Futbol Americano (NFL).

El motivo: Una venganza ligada al cerebro

Según fuentes policiales, en una nota encontrada en el cuerpo de Tamura, él culpaba a la NFL por padecer Encefalopatía Traumática Crónica (CTE), una enfermedad cerebral degenerativa asociada a traumatismos craneales repetidos. En el escrito, Tamura hacía referencia a Terry Long, un exjugador de los Pittsburgh Steelers que se suicidó en 2005 y cuyo cerebro mostró signos avanzados de CTE.
El alcalde de Nueva York, Eric Adams, confirmó que el objetivo de Tamura eran las oficinas centrales de la NFL, ubicadas en el mismo edificio. Sin embargo, en un giro fatal, el tirador tomó el ascensor equivocado, lo que lo llevó a otro piso donde continuó su ataque indiscriminado.

«Por favor, estudien mi cerebro para (detectar) CTE. Lo siento. La liga ocultó a sabiendas los peligros para nuestros cerebros para maximizar sus ganancias. Nos fallaron», se leía en la nota de Tamura, según informes filtrados a la prensa.

Las víctimas: Héroes y profesionales inocentes

La tragedia ha dejado una profunda herida en la comunidad, cobrando la vida de personas que se encontraban en su lugar de trabajo. Entre las víctimas se encuentran:

Oficial Didarul Islam: De 36 años, veterano de cuatro años del NYPD. Era un inmigrante de Bangladesh, esposo y padre de dos hijos pequeños, con un tercero en camino. Fue el primer objetivo de Tamura al ingresar al lobby del edificio, donde prestaba servicios de seguridad.

Wesley LePatner: Alta ejecutiva de la firma de inversión Blackstone, cuyas oficinas también se encuentran en el edificio. Era conocida por liderar la iniciativa de mujeres de la empresa y era madre de dos hijos.

Otros fallecidos: Dos víctimas adicionales fueron asesinadas en el lobby y en el piso 33. Un empleado de la NFL resultó gravemente herido durante el tiroteo.

El ataque ha reabierto simultáneamente tres de los debates más polarizantes en Estados Unidos: el control de armas, la crisis de salud mental y la responsabilidad de las ligas deportivas ante las lesiones a largo plazo de sus atletas. La facilidad con la que Tamura, un individuo con problemas mentales conocidos, pudo adquirir un rifle de alto poder y viajar a través del país para cometer el ataque, pone de relieve las complejidades y fallas del sistema actual.

La NFL, por su parte, ha enfrentado durante años un escrutinio intenso y litigios multimillonarios por su manejo de las conmociones cerebrales y el riesgo de CTE. Este evento, sin embargo, traslada el debate del campo de juego y las cortes a un escenario de violencia pública, creando una nueva y aterradora dimensión al problema.