excelsior.com.mx
El estudio de animación japonés Ghibli celebra este mes su 40º aniversario, con dos premios Óscar y generaciones de fieles seguidores conquistados por sus relatos y su universo visual único, que se han creado siempre completamente dibujados a mano.
Fundado en 1985 por Hayao Miyazaki e Isao Takahata, fallecido en 2018, Studio Ghibli se ha convertido en un fenómeno cultural mundial gracias a obras maestras como Mi vecino Totoro (1988) y la oscarizada El viaje de Chihiro (2001).
La historia es cautivadora y los dibujos son magníficos”, explica Margot Divall, una fanática de 26 años.
Probablemente veo Chihiro diez veces al año”, agrega.
El éxito de Ghibli se vio recientemente honrado con un segundo Óscar, otorgado en 2024 a El Niño y la garza como mejor película de animación.
Su estilo nostálgico es tan reconocible que las redes sociales se han inundado recientemente con imágenes “al estilo Ghibli”, generadas por la última herramienta de inteligencia artificial (IA) de OpenAI, reavivando el debate sobre los derechos de autor.
“UN OLOR A MUERTE”
Provenientes de la generación que conoció la guerra, Takahata y Miyazaki integraron elementos oscuros en su narrativa, explicaba Goro Miyazaki, el hijo de Hayao, en una entrevista reciente con la agencia AFP.
No hay sólo dulzura, sino también amargura y otras cosas que se entrelazan magníficamente en la obra”, añadía, evocando un “olor a muerte” que impregna las películas.
Para los jóvenes que crecieron en tiempos de paz, “es imposible crear algo con el mismo sentido, el mismo enfoque y la misma actitud que la generación de mi padre”, afirmaba Goro Miyazaki.
Incluso Mi vecino Totoro, con sus espíritus del bosque, es una película “aterradora” en ciertos aspectos, que explora el miedo a perder a un ser querido.
Susan Napier, profesora en la Universidad Estadunidense de Tufts y autora del libro Mundo Miyazaki. Una vida dedicada al arte, Dolmen editorial, comparte esta interpretación.
“En Ghibli hay una cierta ambigüedad, complejidad y una aceptación del hecho de que la sombra y la luz a menudo coexisten”, explica, en contraste con los dibujos animados estadunidenses que separan claramente el bien del mal.
Por ejemplo, la película postapocalíptica Nausicaä del Valle del Viento de 1984, considerada como la primera película de Ghibli, no tiene un verdadero “villano”.
Ese largometraje, donde una princesa independiente se interesa por insectos gigantes y un bosque tóxico, era según Susan Napier “de una gran frescura (...) a mil leguas de los clichés habituales”.
Estábamos lejos de la mujer pasiva que necesita ser rescatada”, añade.
UN UNIVERSO APARTE
Las películas de Ghibli también dibujan un universo donde los humanos mantienen un vínculo profundo con la naturaleza y el mundo de los espíritus, como en La princesa Mononoke (1997).
Esta fábula, en la que una joven criada por una diosa loba intenta defender su bosque amenazado por los humanos, es “una película seria, sombría y violenta”, opina Napier.
Las obras del estudio japonés tienen “una dimensión ecologista y animista, muy pertinente en el contexto actual del cambio climático”, añade, precisando que los dos hombres también estaban “muy comprometidos políticamente”.
Miyuki Yonemura, académica en Tokio y especialista en la cultura de la animación, destaca la riqueza de las películas de Ghibli.
Cada vez se descubre algo nuevo”, asegura. “Por eso algunos niños ven Totoro 40 veces”, agrega.
INFLUENCIA FRANCÓFONA
Si Hayao Miyazaki e Isao Takahata pudieron crear mundos tan originales, es gracias a su curiosidad por otras culturas, subraya Miyuki Yonemura.
Entre sus influencias se encuentran el escritor francés Antoine de Saint-Exupéry, el director Paul Grimault e incluso el artista canadiense Frédéric Back, galardonado con un Oscar por El hombre que plantaba árboles (1987).
Takahata había estudiado especialmente la literatura francesa, “un factor determinante”, afirma Yonemura.
Ambos leían muchísimo, lo que también explica su talento para la escritura y la narración.
Para Nausicaä, un nombre extraído de la Odisea, Hayao Miyazaki se inspiró en la mitología griega y en numerosas obras, incluyendo La dama que amaba a los insectos, un cuento japonés del siglo XII.
Según la profesora, “el estudio Ghibli nunca será el mismo después del retiro de Miyazaki, a menos que surjan talentos comparables”.
El futuro del estudio sigue siendo incierto: El Niño y la garza podría ser la última película de su fundador emblemático Hayao Miyazaki, de 84 años.
Miyazaki es “un artista increíble con un imaginario visual excepcional”, señala Napier.
Ghibli es tan querido que creo que seguirá viviendo”, concluye Margot Divall, una fanática desde hace mucho tiempo.
Sobrevivirá mientras no pierda su belleza, y mientras el esfuerzo, la atención y el amor que lo sostienen permanezcan intactos”, agrega.