Sábado, 13 Diciembre 2025 15:04

Sigourney Weaver, de su 'nacimiento' en Alien a su renacer en Avatar: “Es un proceso misterioso, quizá como apostar”

Escrito por Redacción

En entrevista exclusiva, la actriz observa su carrera como un acto de intuición. Con forma y fondo indescifrable para ella, todo ha coincidido para seguir creando: arte, historia, concepción, realidad

milenio.com

Recuerdo la primera vez que vi Alien (1979). Tenía 12, tal vez 13 años. Un DVD rentado se encargó de reproducir, una vez más, la película. Fade in y la USCSS Nostromo apareció en pantalla. No sabía entonces que esta historia de terror despertaría en mí un terrible afecto al arte visual. Uno hipnotizado por el juego de la realidad inventada. Años después, llegó la oportunidad de entrevistar a Sigourney Weaver, personaje principal en ese esfuerzo que 12 años atrás tomaría un rumbo fijo.

Alien, Avatar, Ghostbusters, Copycat. Ridley Scott, David Fincher, James Cameron. Títulos y nombres tan universales que no necesitan explicación. Y aunque se podrían escribir páginas repletas con distintas ecuaciones donde el resultado sea la historia en proceso de Sigourney Weaver, para ella todo es un misterio.

Casi con inocencia, casi con incredulidad y con completa humildad, Weaver concibe su carrera como una incógnita; un oficio sin fórmula, sin pilares sobre los cuales recargarse, una apuesta por el resultado final. El mismo sentimiento, según ella, ha estado ahí desde Ripley, hasta Kiri y el nacimiento de Pandora.

La actriz neoyorquina todo lo habita desde las vísceras, y la libertad de ser cuerpo y arte al mismo tiempo llega siempre. En pantalla aparece Kiri, un lujo de la tecnología actual, pero detrás, con pantalla azul de fondo y casco de captura, está Sigourney Weaver, que abandona su propia historia para interpretar a la hija de Jake Sully

A pesar del misterio al que apela, la actriz llega cada vez con más confianza. El personaje que es ella —el que existe fuera de encuadre— llega sin guion, sin claqueta, sin dirección.

“Guardarse en un cajón”, así describe su proceso: permitir que el alma conquiste lo que la narrativa necesita. “Mi mente tiene un miedo terrible, pero mi instrumento —mi cuerpo, mi instinto— es valiente”, dice.

Es irónico que charlar con Sigourney Weaver se sienta “de película”. Que aquella persona responsable de sembrar el amor por el cine en tantas personas también lo encuentre en cada interpretación.

Que actuar, para ella, se haya convertido en una vida paralela, donde las ataduras complejas del escenario principal se esfuman y donde todo lo creado, de una forma incomprensible, termina torciendo su camino para llegar a un DVD en cualquier lugar del mundo, y que inspire más, y que cree más.

Es tal vez así, actuando, dejando la vida guardada en un cajón, como el sueño llega accesible, tosco y crudo. Casi como una verdad.

¿Cuáles son los retos que persisten? Los que estaban presentes con Ellen Ripley y que siguen con Kiri en Avatar.

Lo que me resulta interesante de mi trabajo es que siempre me asombra cómo el alma artística se activa y es capaz de tomar un material diferente y crear una persona completamente nueva. En realidad, no entiendo cómo funciona la actuación; para mí es un proceso misterioso, quizá como apostar. Te preparas mucho y luego simplemente te lanzas.

No existe un libro que te diga qué hacer cuando levantas a un alienígena, así que todo fue instinto. Tuve que seguir mi intuición, y creo que eso funcionó para el personaje. Con Kiri fue igual, no estaba segura de poder convertirme en una chica de 14 años; fue un acto de fe por parte de Jim (James Cameron), y finalmente también de mi parte.

Avatar se siente profundamente humana a pesar de ser generada por computadora. ¿Qué crees que mantiene viva esa cualidad?

Hay una especie de autenticidad en la captura de movimiento que es muy especial. Jim elimina todas las partes tradicionales del cine —los sets, el vestuario, las cámaras, la película— y en su lugar te pones el traje, el casco, y eres libre de convertirte en otro ser sobre un escenario vacío, con otro actor que también lleva un traje.

La tecnología no es una carga: es tu nave hacia otros mundos y roles. En realidad, lo hace más fácil. La cámara de Jim capta cada matiz, cada temblor de emoción, y aun así la gente sigue pensando que solo damos voz a personajes animados. Es irónico, porque este es el tipo de cine más centrado en el actor que he hecho en mi vida, y la industria todavía no lo comprende del todo.

¿Ha cambiado el proceso para ti y para James Cameron desde Aliens? ¿Te dirige diferente ahora?

El proceso de Avatar se siente mucho más íntimo porque somos una familia pequeña. Solo somos unos pocos en un escenario vacío, con unas cuantas cámaras alrededor, y Jim justo ahí, con su propia cámara. Hablamos de las escenas muy de cerca, y el trabajo se centra en la familia, en los personajes, en cosas muy interiores.

Se siente mucho más accesible que Aliens. Creo que ahora tengo más confianza como intérprete, y Jim está más relajado como director. Ambos confiamos en este método de trabajo, y nos gusta tanto que seguimos regresando a él. Es como una luna de miel creativa.

En Avatar interpretaste primero a la doctora Grace, y luego te convertiste en Kiri. ¿Ha cambiado tu relación con el cine —o con la vida— a través de estos papeles?

Es interesante, porque aún puedo interpretar a Grace en estas historias, aunque Grace y Kiri no puedan encontrarse en la vida real, se encuentran en otro plano. Es increíble cómo funciona eso.

Como todos los artistas, creo que me he vuelto más segura con cada trabajo. He estado el tiempo suficiente para que mi enfoque ya no sea “cómo lo estoy haciendo”, simplemente confío en que esa magia creativa está ahí. Antes me torturaba con la autocrítica, como muchos actores, pero ya no. Mi trabajo es mejor ahora porque confío más en él y lo disfruto más. Disfrutar la aventura de convertirse en otra persona es esencial para hacerlo bien.

¿Cómo es seguir creando sabiendo el legado que has construido? ¿Es difícil mantener la frescura, seguir encontrando novedad?

Nunca pienso en eso. Cultivas al personaje dentro de ti, y en el momento adecuado te haces a un lado y lo dejas salir; el personaje no está preocupado por ser “diferente”. Todo lo que intento hacer es ser fiel a la historia.

Me preparo mucho, y luego, una vez que estoy en el set, simplemente me aparto y dejo que el personaje fluya. En realidad, soy la persona menos intelectual cuando trabajo, mi mente es demasiado crítica y juzgona. Si logro guardar mi mente en un cajón, mi alma puede hacer su trabajo. Mi mente es terriblemente miedosa, pero mi instrumento —mi cuerpo, mi instinto— es valiente. Mi cuerpo se sintió tan desalentado al principio que decidió: “Ya no voy a escuchar a nadie. Simplemente voy a hacer esto”.

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