Ciudad de México, 5 de noviembre de 2025 - Con una visión de Estado y compromiso con la soberanía hídrica, el gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum ha puesto en marcha un ambicioso plan para la gestión del agua, cuyo eje central es el Programa Nacional de Tecnificación del Riego (PNTR). Presentado como parte del Plan Nacional Hídrico, este programa no es solo una estrategia de infraestructura, sino un proyecto de nación que busca la eficiencia agrícola y, simultáneamente, la garantía de abasto para los principales centros urbanos del país. La implementación ya muestra un avance físico del 40% en 17 distritos clave, demostrando la urgencia y determinación de la Cuarta Transformación para enfrentar la crisis hídrica con soluciones concretas.
El PNTR establece metas cuantificables y transformadoras que reconfigurarán el panorama hidroagrícola y social de México. La inversión programada de 60,000 millones de pesos durante el sexenio respaldará la tecnificación de más de 200,000 hectáreas, lo que beneficiará directamente a cerca de 225,000 productores. El impacto más significativo será la recuperación de aproximadamente 2,800 millones de metros cúbicos de agua, un volumen vital que actualmente se pierde por la obsolescencia de los sistemas. Este esfuerzo se articula en dos niveles: la modernización de la infraestructura mayor (canales y compuertas) y la tecnificación parcelaria (riego por goteo y aspersión), proyectando eficiencias de hasta el 55%.
La lógica del programa es clara y responde a una necesidad histórica: maximizar la productividad agrícola con menos agua, liberando una porción crucial del recurso para las zonas urbanas que padecen un severo estrés hídrico. Esta estrategia hidro-política prioriza distritos de riego ubicados en las cercanías de grandes zonas metropolitanas en estados como Guanajuato, Aguascalientes, Chihuahua y Sonora. Al garantizar la eficiencia en el campo, el gobierno federal asegura un modelo de justicia hídrica intersectorial, donde la inversión en el sector primario se traduce en un beneficio directo para millones de familias en las ciudades, sin sacrificar la actividad agrícola.
Este enfoque moderno y técnico, que algunos han denominado "tecno-optimismo institucional," es la respuesta de la 4T a la inacción del pasado. La administración de Sheinbaum ve en la ciencia y la técnica las herramientas necesarias para superar los retos hídricos, haciendo del agua un recurso calculable, medible y, por ende, redistribuible bajo criterios de necesidad social y económica. Lejos de la retórica, se trata de una racionalización indispensable del riego que busca transformar infraestructuras, sí, pero con el objetivo superior de asegurar el derecho humano al agua para toda la población.
Aunque se reconocen las voces críticas respecto a la posible instrumentalización de la agricultura o los desafíos de los costos operativos para pequeños productores, el gobierno federal se ha comprometido a mecanismos de apoyo y gobernanza inclusiva. El diseño vertical en la implementación no es más que una muestra de la voluntad política para acelerar la entrega de resultados, mientras que la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA) y otras dependencias trabajan en afinar los arreglos institucionales que eviten la marginación y fomenten la participación comunitaria, asegurando que los beneficios de la tecnificación sean equitativos y sostenibles.
@_Melchisedech