La decisión del presidente Donald Trump de anunciar que las personas transgénero no podrán servir "en ningún puesto" en las Fuerzas Armadas de Estados Unidos tomó por sorpresa a todos: desde el Congreso hasta el Pentágono.
Según la Casa Blanca, el presidente consultó con “sus generales” para tomar la medida que revierte una política que dejó en vigencia en su último año de gobierno el presidente Barack Obama y que, tras reconocer a los transgénero que ya trabajan en sus filas, debía permitir su reclutamiento a partir de julio. El que el Departamento de Defensa refiera a la Casa Blanca para conocer los detalles de cómo operará la decisión indica que no hubo mucho tiempo para coordinar.
¿Por qué el presidente Trump tomó una decisión que revierte lo que se consideraba un avance social dentro y fuerza del mundo miitar, cuando el Pentágono acababa de suspender el reclutamiento hasta 2018 para revisar los efectos?
La explicación directa del mismo mandatario en su mensaje en Twitter es el “tremendo costo médico y el trastorno que los trangénero implicarían en los militares”, pese a que ese costo sería mínimo como indicó un estudio de 2016 de Rand, un centro de investigaciones en California especializado en seguridad nacional y que encargó el Departamento de Defensa.
Se trataría de entre $2.4 millones y $8.4 millones al año, dentro de un presupuesto militar anual de $500,000 millones y que el presidente aspira aumentar para el próximo año.
Por eso, el argumento económico no convence a muchos, lo que lleva a considerar otras vías. Al menos una de ellas lleva hasta la frontera con México y llega hasta el muro que el presidente quiere construir para cumplir con una de sus mayores promesas electorales.