Con Miguel Barbosa se acabaron los nuevos ricos forjados desde los cargos públicos.
Se acabó también la complicidad para robar.
Se acabó la eterna fiesta de quienes saquearon Puebla.
Por eso me parece un acto de justicia que el gobierno de Puebla le pida cuentas a quienes robaron con la complicidad de los mandatarios en turno.
Me viene a la mente cuando Roberto Rivero Trewartha, ex secretario de Salud y Finanzas con Moreno Valle, en voz alta y alardeando su cargo por teléfono ordenaba pagar a un amigo 150 millones de pesos.
También me indigna la enfermedad por el dinero público de Jorge Estefan, ex secretario de Finanzas en el gobierno interino y quien alardeaba haber enviado 600 millones de pesos para la campaña.
No puedo hacer de lado la ambición de Fernando Manzanilla; la ineptitud de Diódoro Carrasco y la sigilosa complicidad de Roberto Moya, el senador suplente de Rafael Moreno Valle que atesora las inversiones del ex mandatario.
Todos ellos merecen cárcel, pero tuvieron un jefe que les ordenaba; es decir, el ex gobernador en turno. Uno ya está muerto, otro vive y responde al nombre de Antonio Gali Fayad...