Cuando lean y escuchen esta columna,  y se enteren que el Senador Alejandro Armenta Mier está preparando su expediente para registrarse como candidato a la alcaldía de Puebla, varios quedarán mudos y helados.

Otros más enloquecerán, no lo asimilarán y harán lo imposible por impedirlo.

Hasta hoy, son varios personajes los que quieren participar en la elección, pero porque Armenta no ha levantado la mano... públicamente...

Biestro tendría que competir con Armenta en una elección interna, y el primero sería humillado por su inexistente estructura y verde carrera política.

Y es que Armenta ganaría la elección sin problema, por sus 30 años de trayectoria política que no posee ninguno de los aspirantes a disputar la alcaldía de Puebla.

Eso le ha servido para tejer fuertes lazos con personajes de todos los colores y varias generaciones, líderes sindicales, asociaciones, ex gobernadores y ex alcaldes.

Y por supuesto: con la clase política en el poder. Ahí está AMLO, Ricardo Monreal y un centenar de senadores y diputados federales de todos los colores.

Por eso la decisión de Armenta moverá el ajedrez político, porque la elección solo se centrará entre él y el panista Eduardo Rivera Pérez. Nadie más, porque Tony Gali Fayad no irá por ninguna candidatura pese a los pseudo periodistas que tienen retraso mental. Pero esa es otra historia.

Armenta tiene desde ahora boleto para disputar la gubernatura por cualquier partido político, pero si gana la alcaldía, prácticamente estaría decidida la sucesión del 2024.

Los demonios como Ignacio Mier -un gris político sin gran trayectoria-, andan sueltos, pero no les dará tiempo de frenar las aspiraciones legítimas de Armenta.

Que no se digan sorprendidos cuando Armenta llegue y registre sus aspiraciones políticas porque podría cambiar la vida inmediata de Biestro y el futuro de Puebla.