No es casual que Morena esté fortalecido como partido político, toda vez que quienes alzaron la mano (sin merecimientos) para coordinar la defensa de la Cuarta Transformación solo buscaban ser producto del dedazo o entrar a la negociación a la que han llegado.

Morena y sus verdaderos líderes como Armenta, Céspedes, Aquino y Monreal son generosos con todos y premiarán la disciplina, pero muchos deben demostrar el liderazgo que dicen tener.

Claudia Rivera, Olivia Salomón y Julio Huerta, deben competir por una diputación local para demostrar el respaldo social que dicen tener, toda vez que es en la capital, en donde se necesita demostrar su fortaleza ante un precandidato del PAN como Eduardo Rivera que se mueve como pez en el agua en el territorio que ha gobernado.

Armenta y Céspedes están comprometidos a demostrar que su liderazgo y trabajo suman y multiplican aliados, toda vez que en Puebla la meta es llegar a 2 millones de votos.

Los ojos de los grupos políticos nacionales voltean constantemente a Puebla por la forma sui géneris que se desarrolla el arte de la política. No más violencia, no más despotismo, no más tiranía, no más persecución, no más desfalco a las arcas.

La gobernabilidad que ha dado el gobierno de Céspedes a Puebla en los últimos 13 meses y la decisión de elegir a Armenta como casi candidato al gobierno, logró lo que parecía imposible: esa anhelada unidad de la que Puebla por primera vez puede presumir sin acciones coercitivas que pongan en peligro el proceso electoral.

Para los aliados y seguidores de la 4T es importante que sus dos líderes, Armenta y Céspedes, son expertos en el tema político-electoral, por lo que saben de qué se habla y juega en los próximos meses.