La llegada del presidente francés, Emmanuel Macron, a México, marca el 7 de noviembre de 2025 como la fecha del primer encuentro de Estado galo en más de una década, un evento que la administración de la presidenta Claudia Sheinbaum ha elevado a la categoría de reencuentro estratégico. La visita no es solo una reactivación formal, sino la búsqueda de una alianza moderna y multidimensional en un contexto global definido por la reorganización de las cadenas de suministro y la imperiosa necesidad de acción climática. En este escenario, la alianza franco-mexicana se postula como un eje fundamental en la relación entre América Latina y Europa, con implicaciones que van más allá de los intereses bilaterales.
El núcleo de esta renovada asociación reside en el pilar económico, el cual se reorienta de una simple relación comercial a la cooperación estratégica en áreas de vanguardia. Francia, inversionista clave en México, ha puesto sus ojos en sectores estratégicos alineados con las prioridades de la nueva administración, destacando la transición energética (con foco en hidrógeno verde y energía solar), la movilidad eléctrica, la biotecnología y la digitalización industrial (Industria 4.0). Estas colaboraciones buscan la transferencia de tecnología y la modernización de los procesos productivos mexicanos, al mismo tiempo que se impulsa el desbloqueo y la aceleración de la ratificación del Acuerdo Global modernizado UE-México, donde París ejerce un peso decisivo.
Un segundo frente esencial es la construcción de capital humano conjunto a través de la Ciencia, Tecnología, Innovación y Educación. Se prevé la firma de nuevos convenios para fortalecer el intercambio universitario y la creación de dobles titulaciones, capitalizando los históricos vínculos entre instituciones como la UNAM y el CNRS. El objetivo es impulsar la investigación conjunta con financiamiento bilateral en campos de frontera como la Inteligencia Artificial, la astrofísica (con el Gran Telescopio Milimétrico) y las ciencias del clima, buscando una genuina co-creación de conocimiento en lugar de una mera transferencia unidireccional.
No obstante, el asunto más delicado y de mayor simbolismo se juega en el ámbito de la cultura y el patrimonio. El gobierno mexicano ha puesto como punto central de la agenda la repatriación o préstamo a largo plazo de piezas prehispánicas, especialmente el Códice Azcatitlán y el Códice Borbónico, custodiados en instituciones francesas. Este tema, que colisiona con las leyes francesas de patrimonio, es un desafío diplomático que, de lograr un avance, incluso simbólico, se convertiría en un triunfo histórico para la administración Sheinbaum y un poderoso gesto de rectificación de desequilibrios históricos, actuando como un catalizador de confianza entre ambos países.
A nivel diplomático y de seguridad, la sintonía es notoria en la defensa de un orden multilateral robusto. La alianza estratégica se manifiesta en la coordinación de posturas en foros clave como el Consejo de Seguridad de la ONU (donde México será miembro no permanente en 2025-2026) y el G20. Ambos países buscan coordinar acciones en temas globales como la crisis climática, la regulación de la Inteligencia Artificial y la promoción de la paz. Esta colaboración se complementa con una perspectiva integral de la seguridad, vinculada al desarrollo sostenible, la lucha contra las desigualdades y la cooperación judicial.
@_Melchisedech