La captura del ex gobernador de Veracruz Javier Duarte, llega en un momento en que el PRI requiere de todos los apoyos posibles para ganar la elección en el Estado de México, cuna por cierto de Enrique Peña Nieto y que podría perder ante Morena este año.

Y también llega cuando los mexicanos no toleran ni soportan más casos de abusos de los gobernantes.

De aquí en adelante, el gobierno de Enrique Peña Nieto utilizará todas las instituciones como garrote político para retener el poder en el 2018, ante las graves crisis de credibilidad, confianza y transparencia de su gobierno.

También utilizará los poderes fácticos de las televisoras y monopolios nacionales que manipulan la información.

Por eso la captura de Duarte no es un caso fortuito, es un hecho que fue tejiendo el peñismo para utilizarlo en contra del líder de Morena Andrés Manuel López Obrador, acusado por cierto de haber recibido dinero del mismo Duarte.

En el transcurso de la semana veremos en las cadenas televisivas un espectáculo en donde lincharán al indefendible ex gobernador veracruzano.

Los Alatorre, los Loret de Mola, los Denisse Maerker y otros, nos harán creer que el gobierno priista no tolera los abusos y que hace todo por dar castigos ejemplares. Nada más falso.

Peña Nieto dio un golpe espectacular a quien robó descaradamente y lo desafió políticamente, pero ni con eso limpia su cara y la de su familia repleta de corrupción. Igual que su gobierno.

Por supuesto falta lo que se destapará en otros gobiernos, lo que ocurre con sus colaboradores y los empresarios beneficiados por su gobierno.

El amo del dinosaurio priista manda un mensaje claro: queremos el poder aunque tengamos que linchar vivos a nuestros otrora aliados.

Y si tienen que matar por poder, el peñismo se los permitirá.

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